sábado, 29 de septiembre de 2012

Compinche


Alberto dejó la antigua mesa de velador frente al anticuario Felix, dueño del local.

-Vengo a devolver el velador.-le dijo.

- ¿Por qué señor? -pregunta Felix sin levantar la vista de una silla que estaba restaurando.

- Desde que lo llevé a casa mi esposa se siente observada y cosas extrañas han pasado.

 - ¿Qué clase de cosas? – Pregunta Felix, esta vez mirando a Alberto.



- No me lo creería. Por ejemplo sentimos golpes en la puerta de la habitación, cosas moviéndose o cayéndose, antes de ayer llevamos a un cura y nos dijo que sentía una extraña  presencia en la casa,  especialmente fuerte en nuestra habitación, donde dejamos esta mesa. – dice Alberto mirándola nervioso.

-puff…. Yo no recibo devoluciones.- sentencia Feliz y bajando la vista de vuelta a su trabajo.

- ¿Pero qué hago entonces? - pregunta Alberto acongojado-. No puedo llevarlo de vuelta a la casa, mi esposa no lo permitiría.

- mmmm... se lo compro en $20.000. –propone Felix mirando de reojo a su cliente.

-Que!!! . Si le pagué $70.000 hace 3 semanas. 

- Quédese con ella entonces.  Estoy descontando el trabajo de restauración y considerando el nuevo trabajo para volver a venderla.

- De acuerdo… Tome.
Alberto recibió los 20.000 y se retiro amargado. Felix revisa la mesa de velador y detrás de esta abre un compartimiento, casi imperceptible. Saca un pequeño frasco,  lo abre y observa las cenizas, vuelve a taparlo y lo besa.

-Gracias querida, resultó otra vez.

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